viernes, 30 de noviembre de 2007

Si

Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en tí mismo cuando los demás dudan de tí,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria...
Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre)
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;s
i puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas...
Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza,
excepto La Voluntad que les dice "!Continuad!".
Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.


Rudyard Kipling

La princesa y el plebeyo

Cuentan que una bella princesa estaba buscando consorte. Aristócratas y adinerados señores habían llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos. Joyas, tierras, ejércitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura.

Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenia más riquezas que amor y perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, dijo:

"Princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor... Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas...Esa es mi dote..."

La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar:

"Tendrás tu oportunidad: Si pasas la prueba, me desposarás".

Asi pasaron las horas y los días. El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento. De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, la cual, con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena.

Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos. Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar al próximo monarca. Todo era alegría y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.

Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó a quemarropa:

"¿Qué fué lo que te ocurrió?... Estabas a un paso de lograr la meta... ¿Por qué perdiste esa portunidad?... ¿Por qué te retiraste?..."

Con profunda consternación y algunas lágrimas mal disimuladas, contestó en voz baja: "No me ahorró ni un día de sufrimiento... Ni siquiera una hora......... No merecía mi amor...".

jueves, 29 de noviembre de 2007

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Iberia Sumergida

Amanecì con los puños bien cerrados
y la rabia insolente de mi juventud
la ingenuidad
nos absuelve de equivocarnos
que cada uno aporte lo que sepa
te hicieron pan y ahì te consumimos
y la venganza es un trasto tan inùtil
este es mi sitio
y esta es mi espina
iberia sumergida
en sus rumores clandestinos
Formulas preguntascon semilla de respuesta
y conozco cual es tu camino
de memoria
descreo de la razon de la mayorìa
y sus abrazos propietarios
sin salida, no hay salida
ahora que padeces de insomnio
quisieras morir de siesta

Heroes

lunes, 26 de noviembre de 2007

sábado, 24 de noviembre de 2007

Hielo violeta

¿Por qué te llamas hielo?
cuando te haces desear como fuente en desierto,
cuando una mirada te estremece,
cuando las palabras te desconciertan en icebergs,
cuando una caricia te derrite como la nieve reciente,
cuando el roce de unos labios
te deshace dulce y lentamentemente
en una sonrisa cálida
que arde en pupilas

Transpicard

jueves, 22 de noviembre de 2007

Desconcierto 4 (Concierto)

Camarasa coloreó las gotas del silencio. La lluvia vuelve con estruendo, recorre mi piel, y las certezas se regocijan en el desconcierto. La vuelta del retorno. La suave caricia de lo inesperado... Un beso......

¡La espeluznante!

Cuatro largos, 120 metros 6a+......¡Impresionante!

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Desconcierto 3

Las astillas de lluvia tatuaron el silencio. El parapeto dejó paso al revitalizante fluir de la incertidumbre.Espera....

lunes, 19 de noviembre de 2007

domingo, 18 de noviembre de 2007

La espuma de venus

En frío, a flor de labios
boca de cosecha, senos de clavel,
curvas mieles, rincones de voces
y cuchillos de saliva.
Nadé desnudo tu oleaje
ahora que el barco se unde
y solo tú puedes salvarme.
Y dudas de mis dudasde mis ritos, de mis ruinas.
Entre siempre y jamas
nadé desnudo tu oleaje.
La espuma de venus, la fruta más escasa
que quiso ordeñar
el zahorí buscando agua.
La ficción es y será
mi única realidad.
Artista del pecado
aprendí de memoria
la geografía de tu centro
de azúcar y de acero.
Espuma de venus
nadé desnudo tu oleaje
perfume inmaterial
cobijo y principio
el aullido vertical
como respuesta a tus prodijios.
La ficción es y será
mi única realidad.
Con el disfraz sin estrenar
di el salto a lo fugazla ficción es y será
la única realidad.

Heroes

jueves, 15 de noviembre de 2007

Desconcierto 2(Convicción)

De las brasas de una constelación, al mundo perecedero, el desconcierto se transformó en convicción, ante la aproximación del reencuentro....

lunes, 12 de noviembre de 2007

Desconcierto

Desconcertante la forma, desconcertante el sitio, desconcertante la situación, desconcertantes los momentos...Pero aún más desconcertante es, que quiero volver a verte.....

miércoles, 7 de noviembre de 2007

lunes, 5 de noviembre de 2007

Salvación

Torrente sensitivo y carnal
Demasiado verdadero para lo que esperabais
Más profundo que todas vuestras llamadas
La realidad del zahorí de sueños
Miedos y terrores
ya desaparecieron de mi causa
Enfrentaos a mí si podeis
Sin mirar mis ojos ven

Soy el ególatra del infinito,
No he venido, me buscasteis
Mi engaño está en la verdad
Astillas de versos se clavan en mi piel
Agua de mi melodía que me ahoga
Y sólo yo
Sólo yo
puedo salvarme….


Transpicard

viernes, 2 de noviembre de 2007

Inmensidad

ELEVACIÓN
Por encima de estanques, por encima de valles,
De montañas y bosques, de mares y de nubes,
Más allá de los soles, más allá de los éteres,
Más allá del confín de estrelladas esferas,
Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad
Y como un nadador que se extasía en las olas,
Alegremente surcas la inmensidad profunda
Con voluptuosidad indecible y viril.
Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,
Sube a purificarte al aire superior
Y apura, como un noble y divino licor,
La luz clara que inunda los límpidos espacios.
Detrás de los hastíos y los hondos pesares
Que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!
Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
Levantan hacia el cielo matutino su vuelo
-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,
La lengua de las flores y de las cosas mudas!


C. Baudelaire